Sin sangre ni lágrimas,jamás habrá Gloria...

 Capitán de Fragata Pedro Edgardo Giachino

Nació el 28 de mayo de 1947 en la Provincia de Mendoza, donde realizó sus estudios primarios y secundarios. Ingresó a la ARMADA ARGENTINA el 3 de febrero de 1964 como cadete del Curso Preparatorio de la ESCUELA NAVAL MILITAR.
En dicho Instituto se destacó por sus cualidades deportivas y su envidiable sentido del humor. Se inclinó por la Infantería de Marina, destacándose rápidamente por su elevado espíritu militar. Luego de finalizar el Viaje de Instrucción a bordo de la Fragata A.R.A. "LIBERTAD", se recibió de Guardiamarina de Infantería de Marina el 30 de diciembre de 1967, integrando la Promoción 96 de cadetes navales.
- En febrero de 1968 realizó un intensivo curso de Comandos para infantes de Marina en Tierra del Fuego. El entonces Guardiamarina GIACHINO ya se destacaba y se perfilaba como líder nato.
- Su primer destino fue el BATALLÓN DE INFANTERÍA DE MARINA N° 5 Ec.
- Recibió instrucción básica de andinismo en la ESCUELA DE ANDINISMO DEL EJERCITO ARGENTINO, en SAN CARLOS DE BARILOCHE. Luego fue trasladado al BATALLÓN DE INFANTERÍA DE MARINA N° 3, en la Ciudad de ENSENADA.
- Sus inclinaciones por el combate en circunstancias especiales, lo llevaron a realizar el curso de Reconocimiento Anfibio en el año 1970.
- En 1971 aprobó el curso de Comandos para Personal Superior en la ESCUELA DE INFANTERÍA DEL EJERCITO ARGENTINO, en el que sobresalió por sus condiciones profesionales.
- Completó su formación como comando anfibio al calificarse como paracaidista militar en la BRIGADA DE INFANTERÍA AEROTRANSPORTADA DEL EJERCITO ARGENTINO, en la Provincia de CÓRDOBA.
- Ascendió a Teniente de Navío el 31 de diciembre de 1975, aprobando al año siguiente el curso de Capacitación para Oficiales de Infantería de Marina en la ESCUELA DE OFICIALES DE LA ARMADA, en la BASE NAVAL PUERTO BELGRANO, donde evidenció su sólida formación profesional, así como su proverbial espíritu de compañerismo.
Luego, en el BATALLÓN DE INFANTERÍA DE MARINA N°1 fué Jefe de una Compañía de Tiradores. Posteriormente ocupó el cargo de Jefe de Operaciones de la AGRUPACIÓN COMANDOS ANFIBIOS y más tarde el de Ayudante del Jefe de Operaciones e Inteligencia de la FUERZA DE APOYO ANFIBIO. El 31 de diciembre de 1981, ya como Capitán de Corbeta, asume su último cargo: Segundo Comandante del BATALLÓN DE INFANTERÍA DE MARINA N° 1, en la BASE DE INFANTERÍA DE MARINA BATERÍAS.
Para las operaciones de recuperación de nuestras Islas MALVINAS, GIACHINO fue Jefe de una patrulla de Comandos Anfibios y Buzos Tácticos que desembarcó el 1 de abril de 1982 durante la noche, en una playa al Sur de PUERTO ARGENTINO. Su misión era lograr la rendición del Gobernador británico antes de que el grueso de las tropas argentinas irrumpiera en la localidad. Con ello GIACHINO debía evitar un sangriento e inútil combate en plena planta urbana.
La patrulla desembarcó desde el Destructor A.R.A. "SANTÍSIMA TRINIDAD", logrando llegar a las playas en botes de goma; las fuerzas enemigas de la zona no advirtieron el desembarco nocturno de los hombres de GIACHINO.

A las seis de la mañana del 2 de abril de 1982, GIACHINO rodeó con sus hombres la casa del Gobernador británico y le intimó rendición; los británicos, sorprendidos, abrieron fuego sobre la patrulla. Tal como prescribían las órdenes recibidas, GIACHINO procedió sin provocar bajas ni daños al oponente; sin duda, estas órdenes son las más difíciles que pueda recibir un militar, pero GIACHINO estuvo a la altura de las circunstancias.
Repite varias veces su intimación; los británicos redoblaron sus disparos sin dar indicación de tregua alguna.Treinta minutos después, la primera ola de asalto de la Fuerza de Desembarco Argentina toca tierra en las playas distantes unos siete kilómetros de donde GIACHINO estaba tratando de lograr la rendición del Gobernador. La recuperación de las Islas se estaba consumando. Pocos minutos después, los vehículos anfibios blindados de la Infantería de Marina Argentina rodaban hacia PUERTO ARGENTINO, mientras naves de la FLOTA DE MAR hacían ver sus siluetas en la bahía.
Si las tropas argentinas entraban a la localidad, se iniciaría el combate con los británicos en el mismo pueblo, circunstancia que debía evitarse a toda costa. GIACHINO supo que debía actuar para impedirlo, de acuerdo con sus órdenes. En su condición de Jefe, tornó la decisión más importante de su vida. En la evidencia de la inutilidad de lograr la rendición británica, avanzó solo hacia el interior de la casa del Gobernador, derribó una puerta. Una ametralladora enemiga le hizo fuego a quemarropa, cayó hacia atrás. Gritó a sus hombres que se cubrieran.
Su segundo (Teniente de Fragata DIEGO GARCÍA QUIROGA) quiso sacarlo de la línea de fuego, recibiendo a su vez una descarga que lo hirió gravemente. El cabo enfermero URBINA intentó rescatar a sus dos jefes, siendo también herido; aun así, logró dar los primeros auxilios a los oficiales y a sí mismo. La presión de la situación general, motivó al Gobernador británico a ordenar la suspensión del fuego y pedir parlamento.

La misión del Capitán GIACHINO se había cumplido: el Gobernador se rindió antes de que las tropas argentinas hicieran su entrada a PUERTO ARGENTINO. El precio fue la vida de nuestro héroe, quien muere minutos después a causa de las severísimas heridas recibidas. Sus últimas palabras fueron para su esposa CRISTINA y sus dos hijas, VANESA y CARINA.Ascendido "Post Mortem" al grado de Capitán de Fragata de Infantería de Marina. Sus restos descansan en MAR DEL PLATA, donde reside su familia. Fue condecorado "Post Mortem" con la máxima distinción que otorga la NACIÓN ARGENTINA: "LA CRUZ AL HEROICO VALOR EN COMBATE".
La ARMADA ARGENTINA reconoce en el Capitán GIACHINO al arquetipo del jefe, que lidera a sus hombres en combate asumiendo personalmente los riesgos mayores y que, ante órdenes recibidas, las ejecuta puntillosamente, aun a costa de su propia vida. No delegó en sus subordinados la tarea más peligrosa. La tomó para sí, lo que es privilegio de los grandes.

        

 Sargento Mario Antonio Cisneros

Nace en Catamarca el 11 Mayo de 1956. Ingresó a la ESSC en el año 1972, egresando como Cabo de Infantería en Diciembre de 1973. En 1977, hizo el Curso de Formación de Comandos.
A partir de allí se convierte en uno de los instructores más notorios del curso, influyendo decisivamente en la personalidad y el espíritu de muchos de los futuros Comandos de esa especialidad. Con el grado de Sargento, en la segunda quincena de mayo de 1982, llega a las Islas Malvinas, integrando la Ca Cdo(s) 602.
Muere heroicamente combatiendo contra fuerzas del SAS del Ejército Británico.
Por su perseverancia y fidelidad a sus principios, lo apodaban "Perro".
El Sargento Cisneros es una verdadera leyenda entre los que ostentan con orgullo la aptitud de comando, y un ejemplo para todos los que pertenecen al Arma de Infantería. Recibió la condecoración “La Nación Argentina al Muerto en Combate”.
Durante su preparación militar, el Sargento Cisneros cumplió misiones como instructor de comandos en un destacamento militar de la provincia de La Pampa.
Al estallar el conflicto, donó el 50% de su sueldo al Fondo Patriótico y solicitó en reiteradas oportunidades ser trasladado al frente de lucha.
En mayo logra finalmente su traslado. Cuando salió de La Pampa les escribió a sus camaradas “...no me entrego prisionero, ganamos o no vuelvo”.
Cuando partió de Buenos Aires hacia el sur, le dijo a su hermano que lo acompañaba “si no vuelvo no me lloren...”.
Su nombre y sus hazañas recogieron toda la admiración de la Patria Sudamericana. En su honor llevan el nombre de Mario Antonio Cisneros la 1° sección de la Compañía de Tropas Especiales de la República de Panamá, la Compañía de Comandos “Chorrillos”, en la República de Perú, país en donde fue declarado Héroe Nacional, el Hall Histórico de la Compañía de Comandos 601en Campo de Mayo, el aula de Instrucción en el Destacamento de Inteligencia 143 en Neuquén, el aula de instrucción de Cuadros en el Destacamento de Inteligencia 162 de La Pampa, el Casino de Suboficiales de La Pampa, entre otros lugares.

En la preparación de una emboscada a soldados del grupo de élite SAS, tuvo suceso esta conversación entre el Teniente primero Quiroga y el Sargento Mario "Perro" Cisneros...
En esos momentos Quiroga aprovechó unos minutos para acercarse al lugar donde estaba Cisneros, sentado detrás de una gran piedra buscando protección. Cruzaron un par de frases y fue en ese momento que tuvo una extraña sensación. Nunca supo si por efecto de la luz de la luna, su rostro reflejó mucha paz, como presintiendo que algo le iba pasar. Lo percibió a flor de piel. Estaban a centímetros uno del otro.
-"¿Todo bien?", le dijo.
-"Sí, todo bien".
La respuesta despertó aun más su atención y sobre todo por la expresión del rostro. Quiroga insistió.
-"¿Hay algo que te preocupa? ¿Está todo tranquilo?, ¿todo bien?"
-"Está todo bien". Repitió.
-"¿Estás cansado?"
-"No, para nada. En estos momentos estuve pensando y haciendo como un balance de mi vida."
- "Pero Perro, ¿por qué ahora? No me estás hablando de cómo está el terreno más adelante o si tenemos cobertura para hacer la emboscada. ¿Por qué me hablas sobre esas cosas?"
-"No sé".
Y volvió a repetirle, en medio de un gran silencio que los rodeaba.
-"Estuve pensando sobre mi vida, recordando mi infancia, a mis padres. Y vos, ¿tuviste noticias de tu familia?"
-"Sí". Contestó.
Hablaron sobre la emboscada y lo dejó solo con sus pensamientos.
Otra vez el silencio. En esas horas desesperantes, de gran incertidumbre, Vizoso le ofreció un pedazo de chocolate. Cortó la mitad con su cuchillo y se lo pasó.
-"Le agradezco mucho su gesto, mi teniente primero. Con la hambruna que tenemos de varios días sin comer, me parece admirable que lo comparta conmigo." – (Lo dijo con voz impostada producto de no haber hablado por largo tiempo).
-"Es que los comandos debemos ser como los mosqueteros, 'uno para todos y todos para uno'. Y compartirlo con usted me permite comer a mí también", respondió restándole importancia.
Cisneros siguió hablando.

-"Aunque a usted le parezca mentira le tengo mucho aprecio, mi familia conoce a la suya y son de buena semilla, se lo digo de todo corazón porque en estas circunstancias no caben las obsecuencias."
-"Le agradezco su sinceridad y nosotros compartimos los mismos sentimientos respecto de la suya. Sabemos que son hombres de palabra", acotó el oficial.
-"Al igual que ustedes, buscamos siempre la verdad. Usted me permitió que tuviese la ametralladora y no se arrepentirá de habérmela dejado. Estoy muy contento por eso".
-"Somos personas simples. Estamos en peligro de muerte y las cosas que valoro son las espirituales y no quisiera presentarme ante el Creador sorprendido en medio de mis vicios".
-"Tiene razón, mi teniente primero pienso lo mismo. Lo único que me interesa es mantener, aun a costa de mi vida, los ideales de Dios, Patria y Familia."
-"Sargento, creo firmemente que estamos en este mundo para probar nuestro amor, mantener la verdad más allá de los sufrimientos. La mentira está por todas partes con sus atracciones que nos arrastran por el lodo, pero cuando uno se encuentra, en un lugar olvidado de Dios, con un hombre que sé los quilate que pesa, me llena de fuerza para continuar la lucha. Ambos sabemos que las cosas no están bien, a pesar de ello estoy dispuesto a dar todo de mí, cueste lo que cueste."
-"Esas últimas palabras me resultan familiares. Se las puse a mi familia en carta."
-"Usted es famoso por su perseverancia, fidelidad a sus principios y por eso le dicen el Perro. Sé que esta noche no será fácil para nosotros, pero también sé que tanto la vida actual como la muerte no tienen sentido si no pensamos en la Resurrección. Y donde los que compartimos los ideales cristianos nos volveremos a ver."
-"En la Resurrección nos veremos, mi teniente primero."
-"Sargento, en el encuentro con la eternidad hace mucho frío, tuve una experiencia muy desagradable en la cordillera de los Andes. Me siento entumecido. Allí aprendí que la unión hace la fuerza. ¿Por qué no nos juntarnos espalda contra espalda y conformamos nuestros sectores de fuego?"
- "Estoy de acuerdo."
Y así lo hicieron. El Perro quedó mirando hacia la izquierda y Vizoso hacia la derecha y en mejores condiciones para enfrentar al enemigo.
Callaron, ensimismados en sus pensamientos. Pasaron varias horas. Cerca de la medianoche los cañones del enemigo dejaron de tronar. Sobrevino la calma.
Sabían que la muerte acechaba. Repentinamente, el cielo se encendió con una intensa luz que iluminó la zona de combate.
Las bengalas buscaban señalar los objetivos para la artillería. Desde su posición divisaron los fogonazos de las bocas de los cañones. El fuego no duró mucho. No dijeron nada. De nuevo el silencio. El intenso frío los afectaba cada vez más. Ateridos, entumecidos, las manos doloridas por el contacto con el helado acero de las armas.
Los ingleses aparecieron como buscándolos, desplazándose hacia la zona de muerte de la emboscada. Eran las fuerzas de elite del SAS.
Vizoso recuerda: "Su presencia había sido advertida por el escalón de seguridad del teniente Rivas que estaba ahí y nosotros del otro lado. Mientras daban la voz de alarma, dejaron pasar la vanguardia inglesa compuesta por alrededor de 10 soldados, lo que indicaba que se trataba de una fuerza completa de entre 20 y 30 hombres. Entraron por la derecha y nosotros estábamos casi en el extremo izquierdo, y por esas cosas de la guerra, el alerta rojo no llegó al escalón apoyo que integrábamos Cisnero y yo”. De pronto, sintió tensionada la espalda de Cisnero. Giró la cabeza hacia él, sorprendido. Vio cuando abrió fuego con la Mag.
En aquella emboscada a un grupo de comandos de elite ingleses, el perro murió del impacto de un cohete Law, de 66 mm, que dio de lleno en su pecho que lo mató instantáneamente.
La onda expansiva levantó a Vizoso por los aires, que cayó pesadamente sobre las rocas. Cuando reaccionó, le preguntó a su compañero
-"¿Qué te pasa hermano?"
El silencio fue la única respuesta. Lo dio vuelta tomándolo con sus dos manos. Estaba muerto, con los ojos muy abiertos. Quiso tomar la ametralladora, pero el pedazo más grande era una parte de la culata, otro de la armadura y tramos de la banda con municiones. Después de enfrentar a los ingleses con heroísmo, herido y sangrante, escuchó la llamada de sus camaradas. Estaba salvado. Se dio vuelta y saludó al inerte sargento.
-Chau, Perro, hasta el encuentro con la eternidad. Lo tocó y se fue casi desangrándose.

Escrito encontrado en la libreta de combate del Sargento Mario Antonio "perro" Cisneros. Caído en combate en la Gesta de Malvinas en 1982.

Oh Dios, señor de los que dominan, Guía Supremo que tienes en tus manos las riendas de la vida y la muerte.

Escúchame:

Haz, Señor, que mi alma no vacile en el combate, y mi cuerpo no sienta el temblor del miedo. Haz que te sea fiel en la guerra, como lo fui en la paz. Haz que el silbido agudo de los proyectiles alegren mi corazón. Haz que mi espíritu no sienta la sed, el hambre, el cansancio y la fatiga, aunque lo sientan mis carnes y mis huesos.
Haz que mi alma, Señor, esté siempre dispuesta al sacrificio y al dolor, que no rehúya, ni en la imaginación siquiera, el primer puesto de combate, la guardia mas dura en la trinchera, la misión más difícil en el ataque. Pon destreza en mi mano para que el tiro sea certero, y caridad en mi corazón. Haz, por favor, que sea capaz de cumplir lo imposible, que desee morir y vivir al mismo tiempo. Morir como tus Santos Apóstoles, como tus Viejos Profetas, para llegar a Ti. Señor te pido que mi cuerpo sepa morir con la sonrisa en los labios, como murieron tus mártires.
Te ruego mantengas mi arma en vela y mi oído atento a los ruidos de la noche. Te pido por mi guardia constante en el amanecer de cada día y por mis jornadas de sed, hambre, fatiga y dolor. Si llegara a cumplir estos anhelos, podrá entonces mi sangre correr con júbilo por los campos de mi Patria, y mi alma subir tranquila a gozarte en el tiempo sin tiempo de la eternidad.
Señor, ayúdame a vivir, y de ser necesario, a morir como un soldado.
Concédeme Oh! Rey de las Victorias, el perdón de la soberbia. He querido ser el soldado mas valiente de mi Ejército y el argentino más amante de mi Patria. Perdóname este orgullo, Señor.

 

 Teniente Roberto Nestor Estévez

Teniente Roberto Néstor Estévez condecorado post mortem con la medalla “La Nación Argentina al heroico valor en combate”

El Teniente Roberto Néstor Estévez nació un 24 de febrero de 1957. Era del signo de Piscis. Oriundo de Posadas, Misiones, era el séptimo de nueve hermanos. Hijo de Roberto Néstor Estévez y Julia Berta Benítez Chapo. El “Toto” como le decían quienes lo querían, era un personaje.
Con tan sólo ocho años de edad, había hecho una historieta muy bien dibujada, donde el héroe de la misma, Rob-Dick (Rob, de Roberto, y Dick, vaya a saber por qué) era un gaucho con capa que libraba distintas aventuras, todas con un sentido nacional. Las historietas de Rob-Dick se extendieron durante cuatro años, y durante ese tiempo, el superhéroe nacional iniciaba una campaña para recuperar las islas Malvinas (de allí la mención que hace Estévez a su padre, en la carta póstuma: “…¿Te acordás cuando era chico y hacía planes, diseñaba vehículos y armas, todo destinado a recuperar las Islas Malvinas?…”)
Fanático lector, era común que se quedara dormido con la luz encendida. De todos los temas que gustaba leer, su predilecto era la Historia Argentina. Inteligente y crítico, cuestionaba todo lo que no le parecía justo o verdadero, al extremo de que las maestras lo echaron varias veces del aula. No soportaba la mentira.
Solía decir, desengañado por lo mucho que le costaba todo, que era producto de que escribía con la mano izquierda, porque para los zurdos el mundo era al revés. No se daba cuenta de que justamente, el iba por el recto camino, y que era el mundo, quien iba, y sigue llendo, al revés.
Todo lo que se proponía no paraba hasta lograrlo. Sus metas no se las sacaba nunca de la cabeza. Descubierta su vocación militar, un amigo le comento que los zurdos no entraban al Colegio Militar porque tenían problemas para manejar las armas y disparar. Estévez tenía diecisiete años. Frente a la posibilidad de quedarse sin ingresar a la Colegio Militar De La Nación aprendió a escribir y manejarse con la mano derecha. De lo que resultó, ambidiestro.
Inicialmente, Estévez decía que quería entrar al arma de Caballería, pero una vez en tema, se le escuchaba que prefería la Infantería porque sentía más ambiente de camaradería.
Ya en las FFAA se destacó por su voluntad y esfuerzo, amén de su gran inteligencia.
En su destino en el Regimiento 25 recibió el premio “Al mejor Infante”, además de ser distinguido con el honor de ser abanderado.
Sobresalió entre sus camaradas por su gran profesionalismo, su capacidad, y también, cuando la férrea disciplina lo permitía, por su alegría.
Excelente amigo y compañero; le gustaba toda la música, desde el chamamé hasta la clásica.
Dueño de una personalidad llana; hombre franco y directo, poseía una fe inquebrantable. Era un ferviente católico.
Dueño de una personalidad llana; hombre franco y directo, poseía una fe inquebrantable. Era un ferviente católico.
Queriendo ser el mejor en su especialidad, realizó el curso de Comandos a fines de 1981 y comienzo de 1982.
Su familia lo vio por última vez en ocasión de dicho curso, al realizarse el adiestramiento en la parte de “selva”, justamente en la provincia de Misiones, de donde eran oriundos.
Cuando el Teniente Estévez desarrollaba el Curso de Comandos en la Escuela de Infantería, durante el año 1982, durante el desarrollo de una exigente ejercitación propia de la especialidad, tuvo un paro cardíaco. El médico que lo atendió, no obstante declararlo muerto, continuó prodigándole los auxilios correspondientes; milagrosamente, reaccionó. En forma inmediata, sufre un segundo paro, del que vuelve a recuperarse. Fue enviado al Hospital en forma inmediata. Todos se quedaron sorprendidos cuando, al día siguiente, se presentó para continuar el curso y lo finalizo con éxito.
Sin duda, el Señor prevé los mejores destinos para sus mejores hijos.
Posteriormente Estévez es destinado al Regimiento de Infantería Mecanizado 25.
Partió a Malvinas el día 27 de marzo de 1982 con el convencimiento de que no regresaría.
La carta póstuma para su padre y su familia quedó en el Regimiento, y les fue entregada a los familiares en julio de 1982, una vez conocido su fallecimiento, junto con sus objetos personales y una carta para su novia.
A continuación relato de un soldado que lucho con este bravo oficial:
“Ingresé en febrero de 1982 en el Regimiento de Infantería 25, que tiene asiento en la localidad de Sarmiento, provincia del Chubut. A poco de haber llegado, los que teníamos estudios fuimos separados del resto de los soldados conscriptos. Yo estaba cursando la carrera de analista de sistemas en el primer año; me ubicaron en la sección de aspirantes. El Teniente Roberto Néstor Estévez, quien posteriormente dejaría un recuerdo imborrable en todos nosotros, fue el que nos seleccionó personalmente uno a uno.
Comenzó una instrucción, que no vacilo en calificar de dura y severa, hasta el 24 de marzo a cargo de Estévez, que pertenecía el grupo de Comandos, y su segundo jefe de sección, el Cabo Primero Faustino Olmos, también de esa misma especialidad.
La instrucción era diurna y nocturna con todo tipo de armamentos, teórica – práctica, y estaba destinada solamente a este grupo seleccionado, que yo, gracias a Dios, tuve la suerte de integrar. Debo añadir que esta instrucción fue altamente valiosa a la hora del combate y Estévez, un jefe calificado que no sólo se preocupaba por nuestro estado físico sino también por nuestra espiritualidad, no cesaba de darnos ánimo y valor con sus propios gestos personales. Les cuento un ejemplo:
Allá, en el sur, hay unos pastos ásperos y filosos llamados coirones y durante nuestros habituales “cuerpo a tierra” y posteriores deslizamientos, tratábamos de evitarlos. Al darse cuenta de esto, Estévez hizo él mismo el ejercicio, sin importarle las lastimaduras que tales matas le ocasionaron, y luego nos dijo: “Si están en pleno combate, no van a tener tiempo de bordearlos, la guerra es así”.
Este tipo de ejemplos estaban muy a tono con su naturaleza de persona de una alta moral, ética y honor. Y sólo tenía 24 años. Nosotros, los AOR (Aspirantes a Oficiales de Reserva) en la mitad de la noche, más de una vez fuimos levantados y nos hacían salir a correr sorpresivamente bajo fina lluvia o nevisca, sólo vestidos con pantaloncitos cortos y ballenera (remera de manga corta).
Y como decía Nietzsche, lo que no te mata te fortifica. Ese fue nuestro caso. Del inicial grupo escogido, cuarenta y cinco, quedamos cuarenta. Y esos cuarenta fuimos a Malvinas.
Aquel inolvidable 2 de abril nos tocó desembarcar al mediodía y nos sentíamos muy orgullosos en razón de pertenecer al único elemento del Ejército que participó de la operación de neto corte aeronaval en aquel momento. A bordo del Almirante Irizar fuimos partícipes de una tocante ceremonia que nos concernía de un modo muy especial.
Como no habíamos tenido tiempo de jurar la bandera se organizó para nosotros una jura de nuestra enseña nacional, que tuvo el carácter de provisoria y levantó nuestro orgullo hacia las nubes. Y ahí nos enteramos de que íbamos a Malvinas. Puedo afirmar que, entre lágrimas y abrazos, ahí mismo se terminó de consolidar nuestro grupo.
Estuvimos brevemente en Puerto Argentino y luego, a bordo del barco Isla de los Estados fuimos enviados a Darwin con el objetivo de tomarlo. Nuestro grupo de AOR era parte de la Compañía C, formada por tres secciones, Gato, Bote (la de Estévez) y Romeo, a cargo de Gómez Centurión. Entre el 4 y 5 de abril nos asentamos en Darwin y comenzamos nuestras tareas de limpieza, minado y excavación de “pozos de zorro” y puestos de ametralladora. Nuestro jefe directo era Estévez y el jefe de la compañía, el Teniente Primero Daniel Esteban. Yo era tirador de MAG (ametralladora pesada) y fui elegido para eso debido a mi buena puntería en aquellos ejercicios anteriores en Chubut. Disponíamos de 2 MAG, 2 lanzacohetes y fusiles FAP y FAL. Nuestra base de operaciones era una escuela kelper construida íntegramente de madera, que constaba de dos pisos; ahí estaba ubicada la compañía C. Recuerdo que, faltando algo de raciones, algunos oficiales y suboficiales se fueron a cazar avutardas y durante tres días esos pajarracos fueron parte distinguida de nuestro menú. Disponíamos de un buen equipo de abrigo, muchas medias de recambio y guantes que nos protegían manos y pies del frío.
El 1º de mayo, a las 8 de la mañana, los Harrier ingleses atacaron a los Pucará estacionados en el aeropuerto de Darwin. Nosotros estábamos ubicados a unos 500 metros del aeropuerto y vimos perfectamente todo. Darwin es un caserío, una especie de pequeña bahía, todo bastante plano geográficamente hablando. Luego del ataque abandonamos la escuela y nos instalamos en nuestros “pozos de zorro”. De ahí en más, el agua y el frío fueron nuestros íntimos compañeros. Recuerdo que rezábamos al levantarnos y al acostarnos. En los respiros que nos daban los desayunos hablábamos de nuestras respectivas familias y el hecho histórico y singular que estábamos protagonizando. Todas esas cosas no hacían más que reforzar la alta moral que, inculcada por la labor encomiable de Estévez, existía en el grupo. Debo añadir que el día 24 de abril hicimos nuestro juramento oficial a la bandera en suelo malvinense, privilegio que, creo, nadie lo tuvo. La compañía se dividió. Rumbo a San Carlos marcharon Esteban y los suyos al caserío de Darwin, Gómez Centurión con su gente y nosotros quedamos en nuestros “pozos de zorro” a cargo de Estévez. Y permanecimos en aquel sitio hasta el 27 de mayo, momento en que el Teniente Coronel Piaggi le ordenó a Estévez que debíamos marchar hacia la primera línea de combate, debido a que los ingleses, que habían desembarcado en San Carlos el 1º de mayo, avanzaban hacia Darwin y ya se habían producido enfrentamientos con efectivos del Regimiento de Infantería 12. Según nos testimonió el capellán militar padre Mora, al recibir la orden, Estévez se puso contento. “Era lo que estaba esperando”, dijo. A las 2 de la madrugada del 28 de mayo llegamos a Boca House (Casa Boca), sitio cercano al cementerio de Darwin que ya era zona de combate. Al hacerlo, nos cruzamos con gente del Regimiento 12, a cargo del Subteniente Peluffo, que venía de combatir. Estévez nos hizo desplegar en abanico y quedamos distribuidos allí. Luego, a la derecha del abanico, entró en contacto con el enemigo y nosotros, que aún no estábamos en las posiciones que debíamos ocupar, según las órdenes recibidas, nos unimos con los del 12 para permitirles un respiro pues, mientras ellos se replegaron, nosotros contraatacamos. Al hacerlo, chocamos con la compañía A del batallón de paracaidistas ingleses, que tenía unos ciento cincuenta efectivos y estaban muy bien armados. Se peleó muy duro, sin dar ni pedir cuartel, en un combate que desde las 5 de la mañana se prolongó hasta casi las 10. Fueron casi cinco horas de auténtica estadía en el infierno. Nosotros efectuamos tres repliegues y sucesivos contraataques. Ellos tenían apoyos de las fragatas que estaban en San Carlos y de artillería, combinada con los Blowpipe (misiles antiaéreos) que barrían el terreno. La disparidad de fuerzas era abrumadora a favor del enemigo. Al hablar de lo que fue ese combate, recuerdo las balas trazantes que iluminaban la oscuridad, los morterazos, los gritos de dolor y de furia con que unos a otros nos animábamos. Debido a la elevada preparación física espiritual con que contábamos, durante el combate estábamos calmos, tranquilos. La angustia previa al choque con el enemigo nos había tenido nerviosos, pero ahora, en plena lucha, las cosas se revelaban tan simples como terribles. Y en la sencillez del “matar o morir” todo estaba resumido. Yo estaba a cargo de una de las dos MAG que teníamos y Zabala, otro soldado conscripto, era mi cargador de municiones. Desde nuestro puesto disparaba a todo lo que veía o creía ver frente a mí. De pronto, un proyectil de mortero cayó muy cerca de nosotros. El pobre Zabala recibió de lleno las esquirlas y murió en el acto. Yo recibí impactos de esquirlas en el perineal izquierdo. Recuerdo que antes de perder la lucidez, atontado por la onda explosiva, le pedí a Dios que no me dejara morir allí. Realmente no sé cuánto tiempo estuve inconsciente o atontado. Luego, sin soltar mi MAG, me arrastré hasta un pozo cercano mientras sentía la tibieza de la sangre en mi piel y no sabía qué tan herido estaba. Me zambullí en el pozo y encontré que allí había soldados del 12.
Ese pozo era como tener una butaca para contemplar el infierno. El Cabo Castro había intentado llegar también al pozo donde yo estaba cuando un proyectil de fósforo lo alcanzó y lo envolvió, convirtiéndolo en una antorcha humana. Oíamos sus gritos desgarradores. El pobre decía: “¡Rodríguez, máteme!”- gritaba mientras se quemaba vivo.
A Romero, otro soldado que estaba allí, le gritó lo mismo, pero nadie se atrevió a dispararle y terminar con su agonía. Un rato después no escuchamos más su voz; que Dios lo tenga en la gloria.
Y llego en mi relato a lo que considero el instante supremo del combate, desde mi situación personal por supuesto. No hay que olvidar que en medio de ese caos del combate muchos estaban sufriendo experiencias únicas e indelebles. La que les narro a continuación fue la mía:
El Teniente Estévez estaba recorriendo las posiciones, gritando órdenes a derecha e izquierda, todo esto, repito, bajo el terrible fuego enemigo. Al salir del pozo contiguo al mío recibió dos balazos en el brazo y pierna izquierda, respectivamente. Tambaleándose, llegó al pozo donde yo me encontraba. Este valeroso oficial, sin preocuparse de sus propias heridas, me preguntó por las mías, pues yo estaba ensangrentado. Le contesté que podía arreglármelas. Estévez tomó un FAL y comenzó a disparar; luego, por radio estuvo dando nuevas órdenes. Mi MAG la tomó otro soldado del 12 y abrió fuego contra el enemigo. Ese soldado recibió un balazo en la cabeza, obra de francotiradores –los que mayores bajas causaron en nuestra dotación– y cayó muerto. Éramos cinco en el pozo en ese momento. Comenzamos a soportar fuego directo de morteros y las cercanas explosiones de los proyectiles que caían nos arrojaban lluvia de tierra sobre nuestras cabezas. Estévez, lo repito, sin importarle sus heridas, tomó el casco del soldado muerto del 12 y me lo colocó en la cabeza para protegerme, ya que nosotros usábamos boinas verdes y eso no protege nada ante una bala o una esquirla.
En ese momento recibió un nuevo balazo en el pómulo derecho y se desplomó pesadamente a mi lado. Tratamos de auxiliarlo y le oímos decir algo, que nadie entendió, y luego expiro. Como estaba cargado de granadas, cualquier proyectil podía impactarlas y volarnos a todos, se las quitamos y sacamos el cuerpo fuera del pozo. Luego, afuera, su cuerpo de héroe recibió numerosos balazos más, quedó casi irreconocible y la prueba de esto es que luego del combate lo reconocieron por la manera especial que tenía, como lo hacen los comandos, de atarse los cordones de los borceguíes. Tomé la radio y después de algunos intentos logré comunicarme con el Teniente Coronel Piaggi y le informé que Bote (nombre clave de Estévez) estaba muerto. Le pedí instrucciones: “Esperen y aguanten hasta que lleguen los Pucará de apoyo”- me contestó. Los Pucará nunca llegaron. Entretanto, los ingleses habían logrado tomar las alturas y desde allí su fuego nos estaba acribillando. El Subteniente Peluffo, para evitar un inútil derramamiento de sangre, ya que habíamos agotado todas nuestras municiones, alzó la bandera blanca y todo terminó para nosotros. Recuerdo que en nuestras posiciones los muchachos se pusieron a fumar o comer chocolates y caramelos, embargados de una total tranquilidad y satisfacción por haberse batido como bravos.
Al tomarnos, nos registraron como prisioneros y los ingleses descubrieron que teníamos ocultos cuchillos y “ahorcadores” (tanzas usadas para estrangular) y algunos recuerdos de tropas británicas que habíamos conseguido después de desembarcar. Eso, más que nada, los hizo entrar en furia y nos golpearon. A mí, que estaba herido en el suelo, tendido sobre un chapón, me propinaron un puntapié.
Debí soportar, como todos mis compañeros, el interrogatorio de la inteligencia inglesa. El hecho de tener prisioneros “boinas verdes” en San Carlos y Darwin y la enconada resistencia que les opusimos les hacía no creer que cincuenta efectivos con sólo dos MAG, dos lanzacohetes y fusiles, hubieran podido detener a toda una compañía de tropas altamente especializadas, obligándolas a replegarse tres veces durante aquellas cinco horas infernales. Así fue, ciertamente, el combate de Goose Green o Pradera del Ganso. Algunos pocos soldados del 8 y del 12 y nuestra sección AOR dio material al jefe del comando inglés, Brigadier Mayor Julián Thompson, que en su libro No pic-nic describió la dureza de esta batalla que retrasó considerablemente los planes ingleses de tomar Darwin.
También supe que en otra acción durante el 29, el Teniente Coronel Jones, Jefe del Batallón de paracaidistas ingleses, murió en un choque con las fuerzas de la sección Romeo, a cargo del Subteniente Gómez Centurión.”


El Teniente Estévez es un argentino ilustre, ilustre no por que lo adornaran las luminarias del éxito mundano y el reconocimiento publico, sino todo lo contrario, podemos decir que es tan heroico como anónimo. Como esas obras de arte medieval que los autores no firmaban, pues solo les interesaba el reconocimiento que Dios le pudiere dar a la misma y que por ello la hacían, para agradarlo.
En esta Argentina democrática donde cualquier héroe es “desmitrificado” por los O´Donell o los Gracia Hamilton, parecería que es mejor que nuestro Teniente Estévez sea casi ignorado. No hace falta ser conocido para ser héroe y si parece hacer falta los autógrafos y el foco de luz para los antihéroes, de costumbres degradadas y alma negra, a los que se les dice Dios y se lo creen.
Por todo ello queremos hoy rescatar algunas cosas importantes de este joven que viviera una corta y fecunda vida, mas fecunda que la de muchos viejos que han pasado la suya tratando de salvarla, sustrayéndose al riesgo, al peligro, a la lucha.
La caída en combate de nuestro Teniente en la batalla de Pradera del Ganso durante la gesta de Malvinas nos lo muestra como un gaucho argentino cabal, con todo lo que conlleva ello, la espiritualidad netamente católica. La valentía: va al primer lugar del combate a poner el pecho al fuego del invasor colonialista para cubrir la retirada de sus camaradas. El resignado espíritu de sacrificio que nos recuerda aquella frase evangélica “No hay nada mas hermoso que dar la vida por los amigos”. Le dice al capellán que era “justamente lo que esperaba” estar en la primera línea de combate cubriendo el repliegue de una compañía, aquella terrible noche del 28 de mayo, cuando los ingleses se empeñaron a pleno con los paracaidistas y la infantería de marina apoyados por las fragatas.
Nuestro teniente, le enseñaría al enemigo como lucha y como muere un gaucho argentino. No rindió su posición cuando cualquier otro militar extranjero la hubiera evacuado estando el enemigo ingles a menos de 100 metros, perforado por varios balazos seguía combatiendo y dando órdenes a sus subordinados. Claramente manifestó que no se replegaría.
Desde chico demostró inclinaciones nacionalistas y patrióticas, lo cuenta en la carta póstuma que dirige a su padre. Ya en aquel entonces el anhelo de Roberto era a servir a algo que intuía superior, a esa unidad de destino que luego amaría locamente por amor a Dios: la Argentina.
Ya en aquel entonces la causa Malvinas estaba presente en su espíritu. Hasta sus juegos de niño estarían orientados a la recuperación de la soberanía conculcada de la Patria y así se rebelaría su vocación tendiente a defenderla.
En el momento supremo de luchar no se preguntó si era oportuno hacerlo. No actuó con la mente de un político, sino con la de un patriota dispuesto a entregarlo todo sin pedir absolutamente nada. Es que el patriotismo llevado a la heroicidad implica la magnanimidad. Aplicar la grandeza del alma ordenada a las necesidades superiores de la Patria y de ser necesario como en el caso de nuestro Teniente a morir por ella. Nada tenia mas valor para él que cumplir con ese mandato, ni su propia vida ofrendada si se quiere con terquedad y empecinamiento, un santo empecinamiento.
Su patriotismo no era meramente sentimental sino que era esclarecido, sabia perfectamente quien era el enemigo y cual era el poder que tenia. Sabía que ese poder era el sionismo, el imperialismo norteamericano y el Poder Internacional del Dinero y finalmente sabía que iba a enfrentarse a ese poder encarnado en los británicos.
Una anécdota nos ilustra al Estévez soldado y su espíritu de sacrificio. Sus ansias de tener conocimientos y dotes técnicas lo llevaría a seguir el curso de Comandos en la Escuela de Infantería de Campo de Mayo. Durante uno de los durísimos ejercicios sufre un paro cardio respiratorio. Ante esto casi siempre los alumnos abandonan el curso. Estévez continuo y pese a todo concluyo con éxito el mismo. Ya era conocido desde el Colegio Militar como un soldado de tomo y lomo que no solo ordenaba y marcaba el camino a seguir sino que era el primero en recorrerlo. Si bien era férreo en el mando también era al mismo tiempo un gran camarada. Ser soldado, esa era su misión. No le interesaba y le parecía detestable seguir la carrera militar para tener una profesión de prestigio y un sueldo relativamente pasable o como era común en ciertos casos para practicar equitación o aprender a jugar al polo, lograr ascenso social y revestirse de oropeles de falsa aristocracia.
Tenia una clara visión política, ante el hecho Malvinas. Advierte sagazmente y evaluaba que había un retorno a la Religión Católica, se producía una unidad en Hispanoamérica que contradecía a la “farsa liberal”. Se lograba unidad nacional ante la causa común y especulaba con tirar por la borda 132 años de claudicaciones para que brillara de nuevo la Argentina Católica e Hispánica. Ese es el modelo de soldado al que aspiramos como nacionalistas. Ese será el modelo en el que forjaremos las futuras Fuerzas Armadas Argentinas si Dios nos lo permite
Como podemos ver el espíritu del Teniente es el espíritu de la Gesta de Malvinas, espíritu de gauchos, de patriotas y de soldados, Ese espíritu que nos hizo ver que debajo de la hojarasca, debajo de la basura que ya se descargaba contra nuestra Patria, aun había un resplandor de gloria esperando ser rescatado. Un resplandor que hoy a un cuarto de siglo después, y mas allá de la traición y la destrucción sufrida, aun se encuentra allí destellando bajo la turba junto a los huesos sagrados de nuestros queridos muertos.

 

 Subteniente Oscar Augusto Silva

Sus subordinados y camaradas cuentan que el Subteniente Oscar “el Sapo” Silva por no replegarse, a pesar de que estaba impartida la orden eligió desplazarse hasta las posiciones de sus hermanos los gloriosos infantes de marina del Batallón de Infantería de Marina 5 que aun resistían y se sumo a la desesperada pelea que mantenían contra un enemigo superior en numero y medios. Lo hallaron empuñando firmemente su fusil, caído para siempre en la turba malvinense. Pero todavía se escucha sus gritos de furia alentando a proseguir el combate. 
Del liceo militar General Espejo a la Escuela Naval y por ultimo al Colegio Militar de la Nación, su carrera militar no tiene sobresalto, no busca llamar la atención al igual que todos los héroes argentinos sino nada mas que sigan su ejemplo de bien.
“Un grito de León”, el arco luminoso de una bengala rasga la noche teñida de tinieblas. Por unos instantes, el admira la estela que termina desplegando sus vigorosos rayos de luz. Pero la magia concluye enseguida. Crecen gritos en el silencio. Gritos de guerra, gritos de odio. El enemigo comienza a trepar las laderas disparando sus balas trazantes. Es la noche del 11 de junio de 1982 y la guerra se aproxima a su fin. Se ha impartido la orden de replegarse hacia Puerto Argentino pues el dispositivo de defensa nacional ha sido quebrado luego de durísimos combates. 
La cuarta sección de la infantería de marina del “BIM5” al mando del teniente de corbeta Vázquez sigue en sus posiciones pero no esta sola, un puñado de hombres del ejército , perteneciente a la sección de tiradores de la compañía “A” del RI4, encabezado por el subteniente Silva se le ha unido horas antes. Silva, usando su iniciativa, ha resuelto quedarse a luchar con sus hermanos. Y ahora aguarda, fusil en mano, junto al resto de los que allí están, el combate final. La batalla entra a su punto culminante.
En el frente (Monte Tumbledown) se combatía encarnizadamente para mantener la línea de defensa, el enemigo había tropezado con una posición dura, de resistencia feroz, de fuego intenso. 
"Subteniente se me trabó el FAP" grito un soldado, tomó su FAL y continúo disparando. 
El subteniente Silva al ver al soldado en esa condición, sale de su pozo de zorro, destraba el FAP, y se lo alcanza a otro soldado quien nuevamente continua disparando, es el arma principal de la fracción para detener a los ingleses que atacan incesantemente las líneas defensoras. 
De repente se distrae del combate,tiene una pausa, siente que le quema el hombro, el dolor es profundo, no puede mover su brazo izquierdo, mira su mano y ve correr sangre; está herido. Es sangre de valiente, sangre del que va a combatir hasta el fin por lo que cree.
Una y otra vez los han rechazado, una y otra vez vuelven, de repente el héroe se queda sin municiones, mira al rededor y ve unos de sus soldados ya sin vida a su lado. Toma su FAL y sigue disparando hasta agotar las municiones. A su alrededor sus hombres y los infantes de marina van cayendo, uno a uno. Se esta quedando solo. Silva se encomienda a Dios.
El subteniente del Ejército Argentino abandona nuevamente su posición y va en ayuda de un herido, en el trayecto de un pozo a otro, ve que el soldado, a quien había dejado con el FAP cae muerto por el fuego enemigo. 
Entre el fuego y el fragor de la lucha toma al herido y lo traslada sobre sus hombros, arrastrado, agazapado, a otra posición más segura, unos treinta metros detrás. 
Con el FAL en las manos dispara y avanza a la línea de fuego, recupera el FAP, es fundamental para resistir, se lo acerca a otro soldado quien también es herido, nuevamente su jefe lo arrastra como al primero y lo pone en un lugar seguro, mientras grita, da órdenes, infundiendo valor a sus hombres. 
Regresa al frente, tomó nuevamente el FAP siguió disparando y gritando para conducir a algún hombre que aun quedaba. 
La desproporción de tropas es tremenda, pero la resistencia argentina inscribió epopeyas en tinta de sangre. 
Los ingleses intentaron una y otra vez romper la defensa desde la tarde del 13 y hasta la mañana del 14 de junio de 1982. 
El heroísmo manifiesto de la resistencia ante la embestida invasora hizo que los británicos se replegaran más de una vez. 
Allí estaba Oscar Augusto Silva, subteniente del Ejército Argentino, tenía 24 años y se iba a casar ese mismo año. Su voz firme y viril desgarraba su garganta al bramar: “...vamos soldados de hierro... ¡Viva la patria! ...fuerza soldados de mi patria!!!..." mil veces rugió mientras dirigía una y otra vez, mortal y certeramente el fuego de las armas defensoras de nuestra querida Argentina. 
La lucha era terrible, el fuego contra el fuego, el sol despuntaba en el horizonte cuando su fracción es sobrepasada por la masa de las fuerzas enemigas. 
No retroceder jamás, la dignidad y la palabra empeñada de “no ceder” era suficiente para no quebrarle el ánimo, él era un soldado del Ejército Argentino. 
Miró y vio que estaban siendo arrasados, sobrepasados, tomó su fusil y colocó la bayoneta, ya se había quedado sin municiones, y con fusil armado a la bayoneta emprendió su último combate cuerpo a cuerpo. 
En un supremo esfuerzo saltó de su pozo y emprendió contra los invasores de su patria. Entonces grita, emite un alarido de horroroso coraje. Es el bravo rugido del león herido y acosado por la jauría. Grita mientras hace trepidar su arma que vomita un mortal mensaje de plomo, Viva la Patria carajo!!!
Un ciego instante de eternidad que retrata su gesto, el frío viento de la mañana templó su rostro, el horizonte permitió al sol depositar en sus ojos el brillo de los héroes y fue un león rugiente, de frente, cara a cara y a la carga. Irónicamente los ingleses colonialistas no pudieron matar de frente a este león y lo abatieron a tiros por la espalda. 
Murió defendiendo esa pequeña porción de terreno que representaba su Nación, su patria. 
Al amanecer pasan a identificar los muertos y ven al soldado muerto que esta sosteniendo firmemente el fusil sin poderlo sacárselo.
Subteniente Oscar Augusto Silva el privilegio de los héroes marcaron tu camino y usted valiente del Ejército Argentino dejó en el turbal malvinense el último hálito de vida cumpliendo con su deber de soldado. 

 

Teniente Marcelo Gustavo "Loro"Marquez

El 21 de Mayo de 1982, dos secciones reforzadas de la Tercera Escuadrilla Aeronaval de Caza y Ataque, integradas por el Capitán de Corbeta Alberto Jorge Philippi, Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez, Teniente de Navío José César Arca, Teniente de Navío Benito Italo Rótolo, Teniente de Navío Carlos Alberto Lecour y Teniente de Navío Roberto Gerardo Sylvester atacan unidades de superficie británicas estacionadas en el estrecho de San Carlos, hundiendo a la fragata H.M.S. "Ardent". Los aviones pertenecientes a los tres primeros pilotos son derribados por aviones "Harrier" ingleses que escoltaban al buque, falleciendo el Teniente de Fragata Marcelo Gustavo Márquez.

En homenaje

Hoy, tal como lo hacemos dese el 21 de Mayo de 1982, queremos evocar a este valiente aviador naval, el Teniente de Navío (Post Mortem) Marcelo Gustavo MARQUEZ. Desde aquella fecha, su nombre está inscripto en la Historia Naval Argentina.

Sus acciones sobre los cielos de Malvinas en aquellos días de 1982, asombraron al mundo. Su profesionalismo, su arrojo y entrega, fueron el firme mensaje de la determinación soberana argentina. A tal punto que, el General de la Aviación Francesa Pierre Clostermann, quien derribara 33 aparatos alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, escribió una carta en la que demostraba su admiración por las proezas, coraje y valentía de los aviadores de combate argentinos. Esta carta finalizaba diciendo: "… hay de este mundo que sólo cree en aquellas causas en las que sus protagonistas se hacen matar por ellas."

En el año de 2003, pocos meses antes de su muerte, en ocasión de reeditar su libro, “El Gran Circo”, el miso General Pierre Clostermann, volvió a escribir: “- También quiero que los jóvenes lectores de este nuevo libro, guarden un pensamiento para los pilotos franceses de Mayo de 1940, los pilotos ingleses de Septiembre de 1940, los americanos de Enero de 1942 en las Filipinas, los de la Luftwaffe en 1945 en la defensa de Berlín y los pilotos argentinos que volaron en Mayo de 1982 sobre los cielos de Malvinas. Ellos todos fueron sacrificados y todos ellos heredaron el caos dejado por otros: pacifistas, políticos, generales incompetentes y naciones indolentes, negligentes o laxas. Sin embargo, estos pilotos deben ser admirados, no mirados con pena, porque en el instante final ellos pudieron decir: “He experimentado en mi avión lo que otros nunca conocerán.”

Al leer este mensaje del gran As de la Aviación Francesa, Pierre Clostermann, me hizo recordar las palabras con las que después de relatar sus acciones durante la Segunda Guerra Mundial y a modo de epílogo finaliza este libro tan admirado por los aviadores de todo el mundo: “- El Gran Circo ha pasado, el público ha quedado satisfecho, los actores no demasiado malos, quizás en familia se siga hablando de él otro día más, y aún cuando todo quede olvidado, en la plaza del pueblo todavía estará la aureola del aserrín y los agujeros de las Estacas, la lluvia y el olvido pronto borrarán las huellas, sólo los que fuimos actores lo recordaremos…”

Por eso mismo estas líneas, para que la lluvia y el olvido no borren las huellas heroicas que hombres como el Teniente de Navío Marcelo Gustavo MARQUEZ dejaron impresas en nuestra orgullosa Historia Naval.

Aún sin haber sido uno de los protagonistas de aquella gloriosa gesta, si tenemos el orgullo de haber sido sus compañeros y camaradas y como tal lo recordamos.

Recordarlo hoy, es recordar nuestra heroica herencia, nuestro orgullo de ser marinos.

Combatir como lo hizo él y antes lo hicieron los hombres de BROWN, aún en desventaja numérica y tecnológica. Con valor y firmeza, confianza en la causa justa, determinación y coraje criollo, así logramos hacer nuestra patria desde el mar.

La guerra es siempre cruel. Antes de estallar nos sobrecoge con el temor, durante ella nos fustiga con el dolor y la muerte y al final nos corroe con la duda, la mentira hipócrita y la ausencia de responsabilidades, que sólo pretenden hacer caer en el olvido a aquellos que nos iluminaron con su ejemplo, valor y sacrificio sublime.

Por eso hoy quiero evocar en este acto, lo más valioso y digno que la guerra nos ha legado: el sacrificio de los camaradas caídos en el Mar.

Los móviles que impulsan a los hombres están influidos por el carácter de cada uno. La guerra les trazó el camino. Al empezar la lucha iban en pos de la verdad, la cual está por encima de las ideologías, los partidismos o el gobierno de turno. En los momentos de peligro se arroja todo el lastre por la borda y entonces se ven las cosas en su exacta dimensión y uno se encuentra de pronto con el alma desnuda y el rostro al viento.  Sólo entonces se ofrece la oportunidad que nunca antes se nos había presentado, de ponernos verdaderamente a prueba.

La experiencia así obtenida, por los ejemplos como el del Teniente de Navío MARQUEZ, me permite afirmar que no es la técnica lo que más vale, sino los hombres. Ellos fueron quienes les dieron valor a las armas que tripularon.

El que ha convivido con estos hombres, duros en la lucha y firmes ante la muerte, lleva en su alma algo valiosísimo para el futuro. 
Por: Oscar Filippi

 

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1ºTtes. Jose Daniel Vasquez y Jesus Omar Castillo

 (30/05/82) Misión: ataque al portaaviones HMS Invincible,ubicado en la posición 51° 38' S / 53° 38' O con dos reabastecimientos, armado con tres bombas retardadas por paracaídas (BRP), cada uno. Tripulación: primer teniente José Vázquez, primer teniente Ernesto Ureta, primer teniente Omar Castillo y alférez Gerardo Isaac. El teniente Daniel Paredi actuaría como reserva. Despegaron de Río Grande, a las 12:30. 

El portaaviones se encontraba, en ese momento, a unas 100 millas de distancia. En este tramo los Super Etendard deberían localizar, en su radar de a bordo, el objetivo y, al encontrarse a 25 Kilómetros, lanzar el último Exocet y regresar, sin reabastecimiento, a Río Grande. 

Los A-4C, acelerando al máximo, se montarían en la trayectoria del misil inteligente y llegarían al buque cincuenta segundos después de su impacto, para lanzar cada uno, sus tres bombas BRP de 250 kilos, y reforzar el efecto destructivo del Exocet, que no había sido concebido para hundir, sino sólo para averiar a un buque de más de 18.000 toneladas como era ése.

 

La operación estaba penalizada por una serie de condiciones que deberían cumplirse, inexorablemente. Todas ellas se ejecutaron a la perfección. Una vez disparado el Exocet, los cuatro A-4C, (Ureta e Isaac a la derecha y Castillo y Vázquez a la izquierda), se lanzaron convergiendo casi en línea, sobre la estela del misil.

Lo primero que vieron fue una columna de humo, en el horizonte. El impacto del Exocet señalaba bien el blanco, pero había puesto en funcionamiento todo el sistema defensivo del portaaviones y sus escoltas cercanas, que ya comenzaban a adquirir, en sus miras electrónicas, a los aviones. 

Cuando ya tenian nítidamente al HMS Invincible en sus miras, un misil (posiblemente un Sea Dart) impactó en el avión del jefe de escuadrilla, primer teniente Vázquez. La aeronave se partió en dos y se estrelló en el mar. Cinco segundos antes del lanzamiento, la artillería del buque impactó en el numeral 2, primer teniente Castillo, cuyo avión explotó. Parece que su motor cayó sobre la cubierta y resbaló hasta el hueco del ascensor de aviones, por donde entró e incendió su interior. Los dos aviones restantes estaban también alcanzando el objetivo, que ya se cubría de humo. Ambos lanzaron sus bombaas sobre la cubierta. 

Ureta, que pasó primero, creyó haber impactado en la superestructura del buque. Ambos escaparon indemnes y se alejaron con distintos rumbos haciendo maniobras evasivas. Al serenarse, echaron un último vistazo al buque y lo vieron cubierto de humo espeso y negro. 

 

Al Primer Teniente José Daniel Vázquez se le otorgó el grado de Capitán post mortem y se lo condecoró con la Cruz de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, máxima distinción que otorga la República Argentina. Ofrendó su vida en cumplimiento de su deber a los 30 años de edad. 

Al Primer Teniente Omar Jesús Castillo se le otorgó el grado de Capitán post mortem, también condecorándolo con la Cruz al Heroico Valor en Combate. Dio la vida por su nación a los 29 años.
Ambas distinciones fueron otorgadas por el Senado y la Cámara de diputados de la Nación por ley 24.229, el 17 de Agosto de 1993 en reconocimiento a la actuación de ciudadanos en el conflicto del Atlántico Sur, por sus relevantes méritos, valor y heroísmo en defensa de la Patria.

 

Ramón Gumercindo Acosta

Sargento de la Compañia de Comandos 602.

Muerto en combate el 9 de junio de 1982--Monte "Dos Hermanas" junto al "perro Cisneros".

El 09 de junio de 1982 mientras se establecían en Monte Dos Hermanas, patrullas de la Compañia Comandos 602 y una patrulla de "Alacranes" para emboscar a los "SAS", se cruzaron en un cruento combate, donde los bitánicos debieron correr. 

Allí quedaron como testigos de esta batalla dos "Soldados" ejemplos para las Fuerzas Especiales Argentinas, el Sargento "Perro" CISNEROS y el Sargento Ayudante Ramón Gumercindo ACOSTA.

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Carta que escribió el 02 junio 1982, en Puerto Argentino.

" Querido hijo Diego, qué tal muchacho? Cómo te encuentras? 
Perdóname que no me haya despedido de ti, pero es que no tuve tiempo, por eso te escribo para que sepas que te quiero mucho y te considero todo un hombrecito y sabrás ocupar mi lugar en casa cuando yo no estoy. 

Te escribo desde mi posición y te cuento que hace dos días iba en un helicóptero y me bombardearon, cayó el helicóptero y se incendió, murieron varios compañeros míos pero yo me salvé y ahora estamos esperando el ataque final. 

Yo salvé a tres compañeros de entre las llamas. Te cuento para que sepas que tienes un padre del que puedas sentirte orgulloso y quiero que guardes esta carta como un documento por si yo no vuelvo, o si vuelvo para que el día de mañana cuando estemos juntos me la leas en casa. 

Nosotros no nos entregaremos, pelearemos hasta el final y si Dios y la Virgen permiten, nos salvaremos.
En estos momentos estamos rodeados y será lo que Dios y la Virgen quieran. Recen por nosotros y fuerza hasta la victoria final. 

Un gran abrazo a tu madre y a tu hermana, cuídalos mucho, como un verdadero Acosta. 
Estudia mucho. 

“VIVA LA PATRIA” 
Cariñosamente. 
RAMÓN ACOSTA


Suboficial Julio Saturnino Castillo

Julio Saturnino Castillo nació el 19 de agosto de 1943 en el pueblo de Malacara, Departamento Taboada, provincia de Santiago del Estero.

Ingresó en la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina el 1º de agosto de 1966, iniciando su carrera naval que lo llevaría por diversos destinos como la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina, el  Batallón de Infantería de Marina Nº2, la Brigada de Infantería de Marina Nº1, la Base Naval de Infantería de Marina y el Batallón de Infantería Nº5.


El 2 de abril de 1982 la República Argentina recuperó las Islas Malvinas y el Reino Unido envió al archipiélago una fuerza de tareas que tenía como objetivo: expulsar a los argentinos.

El Batallón de Infantería de Marina Nº 5, cuyo asiento era la ciudad de Río Grande, fue una de las unidades destacadas para operar en Malvinas. El Suboficial Castillo se encontraba en ese destino y se ofreció voluntario a ir a las islas. Castillo integró la compañía Nácar, sección que afrontó la parte más dura del ataque en Tumbledown al concentrarse sobre ella el ataque de la Guardia Escocesa.

Castillo padecía de epilepsia debiendo, durante la estadía del batallón en Malvinas, ser internado por dos días. Al reponerse pidió regresar con su gente, requerimiento que fue aceptado por sus condiciones de mando y valentía. Su jefe inmediato, el Teniente de Fragata de Infantería de Marina Carlos Daniel Vásquez, al recordarlo tiempo después reproducía las siguientes palabras del suboficial: “señor, de aquí no me quiero ir hasta que no hayamos terminado de hacer lo que tenemos que hacer…luchar…”. Castillo estaba convencido que con sus acciones en el puesto de batalla colaboraba en la recuperación de las islas.

En la noche del 13 de junio de 1982 la 4ta. sección de tiradores de la compañía Nácar del BIM5, sección a la que pertenecía Castillo, comenzó a recibir el ataque del regimiento de la Guardia Escocesa, apoyado por un intenso fuego de artillería, ataque que fue rechazado por los argentinos. Reanudado el asalto, el enemigo hizo pie en la zona y se inició un feroz combate pozo a pozo, hombre a hombre, sobrepasando la débil línea de infantes argentinos. La superioridad británica era abrumadora y aunque las tropas argentinas abatían al enemigo seguían apareciendo más atacantes. Tres de ellos llegaron a la posición del dragoneante Galarza y del conscripto Cerles, ultimándolos a tiros. Al ver en la forma en que habían caído sus hombres, el Suboficial Castillo salió de su pozo indignado disparando su arma sobre el enemigo, yendo en auxilio de los heridos. Gritó e insulto matando a sus oponentes, hasta que cayó muerto de un disparo en el pecho.

Murió sin amilanarse, en combate, abriendo senda y transformándose en un vivo ejemplo para los Infantes de Marina.

El Suboficial Segundo de Infantería de Marina Julio Saturnino Castillo, Héroe de la guerra de Malvinas recibió la máxima condecoración: La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate por “..Rechazar en forma individual y por propia iniciativa, el ataque de una fracción enemiga produciéndole severas bajas, posteriormente perseguirlas y continuar combatiendo en permanente y ejemplar actividad de arrojo hasta ofrendar su vida…” 

Fue ascendido post mortem al grado inmediato superior, Suboficial Primero de Infantería de Marina.

Como homenaje, la Armada Argentina bautizó con el nombre ARA “Suboficial Castillo” a un Aviso incorporado a su Flota de Mar el 7 de junio de 1994.

 

 

Julio Omar Benitez

Nació el 22 de enero de 1962 en Basavilbaso, provincia de Entre Ríos. Dado de Alta como Marinero de Primera el 1ro. de febrero de 1979, es destinado a la Escuela de Suboficiales "Martín Jacobo Thompson" de la ciudad de Zárate, provincia de Buenos Aires, de la que egresó en diciembre de 1980 como Cabo Segundo del Escalafón Navegación.
Realizó diversos cursos específicos a su formación como el cursado en 1981 de "Control de Averías e Incendio". Ese mismo año aprobó los cursos de "Ametralladora Browning calibre 12,7 milímetros" y de "Cañón Oerlikon calibre 20 milímetros".
Entre julio de 1981 y enero de 1982 se desempeñó como maquinista, cumpliendo funciones en la División Patrullaje de la Dirección de Prefecturas de Zona, integrando la tripulación del Guardacostas PNA GC-83 "RIO IGUAZU" de activa participación en el Teatro de Operaciones Islas Malvinas.
El 22 de mayo de 1982 dos aviones del Escuadrón 800 de Sea Harrier, integrantes de una Patrulla Aérea de Combate (PAC), atacaron al Guardacostas GC-83 mientras éste navegaba por la zona de la Bahía Choiseul; el Cabo Benítez repelió el ataque con la ametralladora antiaérea siendo alcanzado por el fuego de los aviones atacantes resultando mortalmente herido. Esta acción de guerra ha sido considerada el Primer Combate Aeronaval de la Historia Argentina.
Benítez fue sepultado en Malvinas, en el "Cementerio de Darwin", habiendo merecido La medalla "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate", y su ascenso post mortem al grado inmediato superior - Cabo Primero - con fecha 24 de mayo de 1982.

Cabo Segundo Jose Raul Ibañez - Tripulante patrullera Río Iguazú - Por su heroísmo y arrojo demostrado al repeler por propia decisión un ataque aéreo sobre su embarcación por dos cazas Harrier enemigos, abrumadoramente superiores en armamento y poder de fuego. A pesar de no haber tenido asignado el puesto de la ametralladora, el Cabo Ibáñez no dudó en recogerla al caer su operador y respondió a los ataques de los aviones enemigos, logrando averiar seriamente a uno de ellos con material liviano y poco adecuado para la lucha contra aviones, forzando a la patrulla aérea británica a retirarse. Por tal motivo otorguesele La medalla "La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate" segun Ley 22.607 (1982) y sucesivos.

 

Capitan Ricardo Lucero

Ricardo Lucero no era un piloto más en el cielo argentino. "El Tom", como lo habían bautizado por su sencillez y bondad -similar a la del personaje de La cabaña del tío Tom, la novela de la autora abolicionista Harriet Beecher Stowe-, con 25 años de edad era un héroe de Malvinas.

En Córdoba y en la Fuerza Aérea Argentina, "Tom" Lucero era toda una institución.

La anécdota más conocida de Lucero es la del combate del 25 de mayo de 1982, cuando 4 cazabombarderos A-4C, armados con bombas retardadas por paracaídas atacaron una flota británica en la Bahía de San Carlos. Según recuerda el comodoro retirado Pablo Carballo, "recibimos fuerte fuego antiaéreo y el teniente Lucero,fue derribado por un misil Rapier".

Para no estrellarse,Lucero se eyectó volando a gran velocidad sufriendo fracturas en las piernas y cayendo en las gelidas aguas del estrecho.

Antes de ser rescatado,en los intentos de socorro,fue succionado por un lanchón de desembarco,pasando por debajo de él y atravesandolo de lado a lado salvándose milagrosamente de ser embestido y arrollado por sus elices.

 Fue rescatado por tripulantes del HMS Fearless, el mismo buque que había atacado.

La imagen de Lucero malherido, rescatado por sus enemigos,con un militar británico pisándole la cabeza y apúntandole con un fusil, recorrió el mundo. Esa vez, en pleno Atlántico Sur y bajo fuego de guerra, Lucero salvó su vida.

 

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Coronel Mohamed Ali Seineldin

Fue militar argentino. Fue oficial del arma de infantería egresado del Colegio Militar de la Nación, paracaidista, comando, buzo Táctico de la Infantería de Marina egresado en Mar del Plata, oficial de Estado Mayor de la Escuela Superior de Guerra. Instruyó y dirigió las fuerzas de elite de la República de Panamá.

Fue instructor de numerosos comandos de oficiales y suboficiales argentinos en el Colegio Militar y en la Escuela de Infantería instruyó a hombres de las tres FFAA y de las fuerzas de seguridad.

 

El 2 de abril de 1982 comandó al heróico regimiento de Infantería 25 que peleó bravamente y asestó muchas bajas a los británicos. Los soldados veteranos aún hoy veneran a Seindelín, porque recuerdan que los acompañó en las trincheras. 

 

Anécdota:

La batalla por Puerto Argentino, había terminado. El Teniente Coronel inglés David, encargado de la evacuación del personal argentino se acerca al Teniente Coronel Seineldín a ofrecerle su vehículo para trasladarlo hasta el campo de prisioneros, en razón de no verlo bien de salud, después de varios días de hemorragias. Seineldín, rechaza la invitación, pero a su vez lo invita a compartir una ración de combate, en respuesta a su atención."Good afternoon sir. Thank you for your invitation".

Entra David en la estrecha trinchera del puesto de comando, donde como era costumbre resonaba el grabador con marchas militares argentinas. La conversación se desarrolla en forma amena, hasta que de pronto Seineldín realiza una pregunta:

-"¿Por qué, en vez de atacar la Posición de Puerto Argentino por delante, lo hicieron por la parte de atrás?"


- "Nosotros, por doctrina militar, respetamos a las Unidades de Fuerzas Especiales, en razón de que nos provocan muchas bajas. En DARWIN-GOOSE GREEN, su compañia "C" nos produjo muchas bajas, entre ellos un jefe de batallón".Respondió David.

 

Seineldín, tal vez esbozo una sonrisa de orgullo dentro de su dolor, cuando contestó:

-"Para su conocimiento David, ustedes se enfrentaron en ese lugar con conscriptos de sólo dieciocho años, con dos meses de instrucción y apenas un curso acelerado de operaciones especiales, pero eso sí, con un gran espíritu de combate"

 

-"Really, I can't beleave". Contestó consternado el Ingles, mirando a su ayudante. Mas tarde, David se aleja en su vehículo dos veces rechazado, y Seineldín comienza a caminar seguido por sus hombres hacia el primer Puesto de Control y Requisa inglés. Acompañado seguramente por el espíritu de sus hombres caídos, todos ellos héroes y repitiéndose en voz baja: ¿Por qué yo no? si siempre estuve al frente.


Frases celebres:

 

"No se concibe la paz al precio de la indignidad y la miseria. Frente a la injusticia, la lucha y la resistencia, es toda una razon de existir".-

"Como un buen soldado, jamas me lamentare de haber dado testimonio de patriotismo desde la carcel, que me impuso el sistema. Solo pretendo que este sacrificio no sea en vano y se convierta en un legado de lucha para las nuevas generaciones".-

"No callemos nuestra voz de protesta contra el imperialismo apatrida. A los silencios de los pueblos, preceden los tiempos de la esclavitud".-

"Se puede negar el pasado con la indiferencia, mas no se puede negar la responsabilidad de cada uno sobre el futuro, sin condenar el porvenir de sus hijos"

"Quienes son complices de la desocupacion y la miseria de los trabajadores, estan atentando contra el futuro de la Patria y promoviendo la desintegracion Nacional".-

"La Patria es un bien natural otorgado por Dios, que como Argentinos debemos defender, hasta el limite de dar la vida si fuera necesario".-

"Los politicos que no hacen honor al compromiso asumido ante el Pueblo, son como aves de carrona, prestos a servirse de los cadaveres de quienes confiaron en ellos".-

"No hay esperanza donde la corrupcion se instala. No habra paz, donde haya un pueblo sometido y humillado. Y no hay porvenir, donde no este asegurado el futuro de la Patria".

"Luchar, luchar, luchar, ese es el precio por conquistar la Libertad y al mismo tiempo, los laureles de gloria, para quienes estan dispuestos a vivir con dignidad".


"No se olvide que para los estadounidenses la reina de Inglaterra es el papa. Nunca los americanos renunciaron a ese papado."


"Una derrota es lo peor que le puede suceder a un soldado. Es una marca tremenda en el corazón."

 
"Mientras haya tan solo un grupo de Argentinos, que resistan a ser conquistados, la patria vive"


"Tengo el orgullo de lucir este uniforme de preso con ustedes, porque prefiero morir en una cárcel podrido y no estar perfumado y bien vestido con el cartel de traidor a la Patria y al Ejército"


"En Malvinas no existieron los "niños de la guerra". Todo los que pelearon eran verdaderos HOMBRES!"


 

Soldado Oscar Ismael Poltronieri

Nacido el 2 de febrero de 1962 en Mercedes, Provincia de Buenos Aires, Argentina)

Perteneció al «Regimiento de Infantería Mecanizado número 6» del Ejército Argentino, en la categoría de clase 62.

 

Siendo todavía un recluta en fase de adiestramiento del Servicio Militar Obligatorio, combatió en Malvinas, donde su destacado accionar y sus actos de entrega y desinteresado heroísmo le valieron ser el único soldado conscripto argentino en recibir el reconocimiento de la Cruz al Heroico Valor en Combate.

 

Por sus acciones de combate durante la batalla del cerro Dos Hermanas, en donde era operador de una ametralladora, desoyendo la orden de retirada y quedándose combatiendo el solo, permitiendo el repliegue de todos sus compañeros a zonas seguras y aferrando al enemigo con su única boca de fuego, impidiéndole avanzar a todo el dispositivo ofensivo británico.

 

Poltronieri estuvo en combate en Monte Dos Hermanas (Two Sisters) donde él solo cubrió la retirada de sus compañeros con su ametralladora MAG. Voluntariamente, Oscar Poltronieri, se ofreció a quedarse a cubrir la retirada de sus camaradas negándose a las insistencias de éstos de retirarse con él.

Declarado muerto en acción por su unidad, fue recibido con total sorpresa y algarabía cuando sus oficiales, suboficiales y soldados lo vieron regresar, dos días después, de lo que presumían era una muerte segura.

 

 

Capitan Pablo Marcos Carballo

Pablo Marcos Rafael Carballo (Ciudad de Buenos Aires, Argentina, 11 de diciembre de 1948; comodoro retirado de la Fuerza Aérea Argentina, Cruz al Heroico Valor en Combate; Honorable Congreso de la Nación “A los Combatientes de Malvinas”; Distinción Nº 1 de la Fuerza Aérea Argentina “Al combatiente de Malvinas”.

Célebre aviador argentino, se destacó durante la Guerra de las Malvinas y obtuvo su mayor victoria el 25 de mayo1982, en la que él y la escuadrilla a su comando dañaron gravemente el HMS Broadsword (F88) y la comandada por el Primer Teniente Mariano Velazco hundió el HMS Coventry (D118) en el mismo operativo, ambos buques de la Royal Navy.

 

Juventud
Pablo Marcos Rafael Carballo nació en la Ciudad de Buenos Aires, Argentina. Hijo del Capitán Pablo Raúl Carballo y Doña Celia Raquel Villanueva.

A los dos años se traslada con su familia a la ciudad de San Carlos de Bariloche. 


Carrera en la Fuerza Aérea
En 1968 con 19 años de edad ingresa a la Escuela de Aviación Militar de la ciudad de Córdoba, recibiéndose en 1971 con el grado de Alférez. 

En 1972 realizó el curso de Aviador Militar y en 1973 la especialidad de Piloto de Caza, donde pudo ver a los F-86 Sabre. Entre 1974 y 1979, Carballo, ascendido ya a Teniente, se dedicó a la instrucción de pilotos en Córdoba.

En 1977 asciende a 1er Teniente, y a principios de 1980 es transferido a la V Brigada Aérea, la que en esos momentos estaba equipada con los A-4P Skyhawk. Los mismos eran normalmente llamados A-4B dentro de la Fuerza Aérea. 

A fines de 1981 Pablo Carballo es ascendido a Capitán. En 1982 es designado líder de la V Brigada Aérea. Durante su servicio en el armisticio participó de las siguientes operaciones:

En Malvinas
El 23 de mayo Junto a la escuadrilla Nene con el Alférez Gómez, 1º Teniente Luciano Guadagnini y Teniente Rinke. Carballo tras corregir en vuelo un error de coordenadas con el KC-130 de reabastecimiento, se aprestan en vuelo rasante sobre el mar a atacar la flota inglesa.

Carballo observa sobre, la Bahía Ruiz del Puente, un helicóptero Sea Lynx al que ataca, con el inconveniente de que sus cañones fallan. Gómez también ataca, con resultado negativo. Posteriormente apenas divisan los buques ingleses comenzaron a recibir fuego de todo tipo.

Ahora se sumaba el fuego que los infantes en tierra disparaban. Un misil, presuntamente un Rapier, estalla debajo del avión del Capitán Carballo, envolviéndolo en una nube de tierra y rocas levantadas del suelo, ya que estaba a escasos diez metros de altura. 

El avión casi se invierte y Carballo se preparó para eyectarse. Aún así no perdió comandos, pudiendo dominar a su A4 y salió del ataque. El Alférez Gómez que venía detrás, atraviesa la nube de rocas y humo y libera una bomba sobre el buque objetivo; por fortuna puede "saltar" a la fragata con su avión e inicia la carrera de escape hacia el continente.

El avión de Carballo fue dañado por la explosión de un misil, debajo de su ala izquierda, por lo que aborta su ataque. el Primer Teniente Guadagnini, lanza sus bombas sobre el mismo buque atacado por el Cruz y su numeral. 

El 25 de mayo, Junto con dos escuadrillas de tres aviones cada una el Capitán Carballo recibió la orden de alistarse para salir después de la hora del almuerzo, despegando a las 14.00 con la escuadrilla denominada Vulcano. Antes de despegar, el Alférez Carmona anuncia problemas técnicos que lo dejan en tierra.

A las 15:20 , Carballo en vuelo rasante (alrededor de 2 m sobre las crestas de las olas) con el riesgo que esto implica, con su visión frontal prácticamente anulada por la acumulación de sal que provocaba el agua marina sobre el parabrisas del avión volando a mach 1, y recibiendo fuego pesado de todo tipo, es detectado por los radares de adquisición de blanco de los buques, pero no podían fijarlos para lanzar el misil por la baja altura que llevaban. 

Cuando por fin el misil Sea Wolf de la Broadsword adquiere el blanco, el sistema falla detectando a un avión inexistente o "fantasma" y obliga al personal a reiniciarlo, pero se queda sin tiempo para hacerlo. Habiendo superado la barrera de fuego, los Vulcano descargan sus bombas sobre la fragata HMS Broadsword (F88) destruyendo a su helicóptero Westland Lynx HAS.Mk.2 (con gran equipamiento antibuque), con una bomba que cayó sobre su cubierta y rebotó, pero no explotó, causando daños también al sistema eléctrico, hidráulico y de comunicaciones alojado debajo del helipuerto.

Luego de la guerra
Al finalizar el armisticio, Carballo, ya famoso a lo largo y a lo ancho de la República Argentina, continuó capacitándose como piloto en diversas aeronaves y cursos internacionales. En 1986 fue ascendido a Mayor, y fué enviado a cursar en la Escuela Superior de Guerra. 

Posteriormente, en 1989 es trasladado a la VI Brigada Aérea y llegó a volar Dassault Mirage III y Finger como Jefe de Escuadrón.

En 1993 recibe la condecoración Cruz al Heroico Valor en Combate. Hacia 1996, ya como Vicecomodoro es destinado a Río Cuarto, Córdoba, donde llega a desempeñarse como Jefe del CEASO (Centro de Ensayos de Armamento y Sistemas Operativos). Con el grado de Comodoro, Pablo Carballo realizó diferentes cursos en el exterior, regresando finalmente a la Argentina para ocupar el cargo de Jefe de Grupo Aéreo y Jefe del INAC (Instituto Nacional de Aviación Civil).

En 2001 se retira de la Fuerza Aérea y desde entonces es profesor en la Escuela de Aviación Militar en Córdoba, donde vive.

 

Teniente Owen Crippa

Piloto de ataque, condecorado por su heroísmo y arrojo demostrado en el primer ataque aéreo al desembarco británico en Puerto San Carlos, donde, en solitario y con una aeronave liviana como el Aermacchi MB339 realizó un ataque al nucleo de la flota británica allí basada, conformada por una docena de navíos fuertemente defendidos por artillería antiaérea y misiles, y a todo el dispositivo tecnológico abrumadormente superior, el Teniente Crippa atacó con éxito con cohetes no guiados a la fragata británica HMS Argonaut, dejándola fuera de servicio, para luego regresar mediante maniobras evasivas y bajo un denso fuego antiaéreo del enemigo, a su base operativa en Puerto Argentino y así dar aviso de lo acontecido.

Recibe así la Medalla Cruz La Nación Argentina al Heroico Valor en Combate

 


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